Los dueños de El Capricho se niegan a abrir la finca si el Gobierno no la vigila
31.03.10 El diario Montañes
MARGARITA FERRANDIS |
Los japoneses exigen a Cultura que, si les obligan a reabrirla, se haga responsable de los expolios
A las puertas de la Semana Santa, El Capricho de Gaudí y su recinto permanecen cerrados a cal y canto. A pesar de ser el principal foco turístico de Comillas, las conversaciones con los propietarios para que, al menos, permitan el paso a la finca, no están llegando a buen puerto. Tanto el Ayuntamiento comillano como la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte tienen gran interés en que esta reapertura se produzca cuanto antes, para que no cunda la decepción entre los turistas que elijan Comillas para pasar sus vacaciones. Fuentes próximas a la Consejería aseguran que no está siendo nada fácil convencer al presidente y dueño del Capricho, el japonés Taketo Kurosawa, que desde que a finales de diciembre cerrase el restaurante no dispone de personal para que cuide el edificio. La preocupación de Kurosawa se debe precisamente a esa ausencia de vigilancia en un monumento de titularidad privada que en otras ocasiones ha sufrido actos vandálicos.
Las mismas fuentes aseguran que Kurosawa -con el que este periódico intentó contactar ayer, sin éxito- acaba de contratar los servicios de un abogado para que, en el caso de que el recinto que alberga El Capricho se reabra y, por ello, sufriese desperfectos por parte de los visitantes, sea la propia Consejería de Cultura la que se haga responsable.
Al parecer, en muchas ocasiones se han registrado pequeños expolios. Las originales baldosas cerámicas con girasoles de la fachada del edificio de Gaudí han sido un preciado botín para algunos, que las arrancan con cuchillos.
El acceso, por Sobrellano
El problema radica en que El Capricho de Gaudí, que siempre ha sido y sigue siendo propiedad privada, se encuentra junto al Palacio y la Capilla de Sobrellano, que sí son públicos y pertenecen a la Consejería de Cultura.
El conjunto arquitectónico tiene acceso por dos caminos, uno por el que no es necesario pasar por El Capricho, y otra vía de acceso que parte del centro del pueblo y que da acceso a Sobrellano, pasando por el recinto que alberga el monumento de Gaudí.
El asunto es que el camino que es propiedad de la Consejería da acceso a una finca privada, y ahí es donde colisionan los intereses de ambas partes. La Consejería de Cultura actualmente se encuentra negociando con su gabinete jurídico la posibilidad de abrir el recinto de cara a la Semana Santa y ver quién cubriría la responsabilidad ante posibles desperfectos. Se espera que a lo largo de estos días ambas partes lleguen a un acuerdo.
MARGARITA FERRANDIS |
Los japoneses exigen a Cultura que, si les obligan a reabrirla, se haga responsable de los expolios
A las puertas de la Semana Santa, El Capricho de Gaudí y su recinto permanecen cerrados a cal y canto. A pesar de ser el principal foco turístico de Comillas, las conversaciones con los propietarios para que, al menos, permitan el paso a la finca, no están llegando a buen puerto. Tanto el Ayuntamiento comillano como la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte tienen gran interés en que esta reapertura se produzca cuanto antes, para que no cunda la decepción entre los turistas que elijan Comillas para pasar sus vacaciones. Fuentes próximas a la Consejería aseguran que no está siendo nada fácil convencer al presidente y dueño del Capricho, el japonés Taketo Kurosawa, que desde que a finales de diciembre cerrase el restaurante no dispone de personal para que cuide el edificio. La preocupación de Kurosawa se debe precisamente a esa ausencia de vigilancia en un monumento de titularidad privada que en otras ocasiones ha sufrido actos vandálicos.
Las mismas fuentes aseguran que Kurosawa -con el que este periódico intentó contactar ayer, sin éxito- acaba de contratar los servicios de un abogado para que, en el caso de que el recinto que alberga El Capricho se reabra y, por ello, sufriese desperfectos por parte de los visitantes, sea la propia Consejería de Cultura la que se haga responsable.
Al parecer, en muchas ocasiones se han registrado pequeños expolios. Las originales baldosas cerámicas con girasoles de la fachada del edificio de Gaudí han sido un preciado botín para algunos, que las arrancan con cuchillos.
El acceso, por Sobrellano
El problema radica en que El Capricho de Gaudí, que siempre ha sido y sigue siendo propiedad privada, se encuentra junto al Palacio y la Capilla de Sobrellano, que sí son públicos y pertenecen a la Consejería de Cultura.
El conjunto arquitectónico tiene acceso por dos caminos, uno por el que no es necesario pasar por El Capricho, y otra vía de acceso que parte del centro del pueblo y que da acceso a Sobrellano, pasando por el recinto que alberga el monumento de Gaudí.
El asunto es que el camino que es propiedad de la Consejería da acceso a una finca privada, y ahí es donde colisionan los intereses de ambas partes. La Consejería de Cultura actualmente se encuentra negociando con su gabinete jurídico la posibilidad de abrir el recinto de cara a la Semana Santa y ver quién cubriría la responsabilidad ante posibles desperfectos. Se espera que a lo largo de estos días ambas partes lleguen a un acuerdo.
¿Pero cómo es posible que el propietario tenga tan poca visión de negocio? ¿No conoce acaso lo que se ha hecho en La Pedrera o en la casa Batlló? Si se montara una exposición tan bien hecha como la que hay en la Pedrera sobre la obra de Gaudí, a buen seguro que se ganaría mucho más dinero que como restaurante.
ResponderEliminarSobre el hecho de que haya descerebrados que arranquen las baldosas, esto se solucionaría en parte con vigilancia y en parte con una tienda de recuerdos donde se pudieran adquirir reproducciones exactas de las susodichas baldosas.
Y para acabar decir que, aunque es evidente que todos preferimos poder entrar libremente al recinto, si me pongo en el lugar del propietario no me parece justo.