El Gobierno fuerza la reapertura del acceso a El Capricho y al conjunto de Sobrellano



El diario Montañez
M. FERRANDIS / M. ÁLVAREZ
Después de tres meses cerrado, los turistas ya pueden acercarse al monumento de Gaudí, cuyo perímetro está precintado por seguridad
El acceso al Capricho de Gaudí ya está abierto. Para regocijo de los que elijan Comillas para pasar su Semana Santa, el monumento modernista al fin está al alcance de las cámaras de fotos. Puede admirarse por fuera, a poca distancia, a la vera del precinto que el Ayuntamiento ha colocado alrededor de su finca. A las 12.30 horas de ayer, justo un día antes del inicio de las vacaciones, las puertas volvieron a abrirse después de haber permanecido cerradas desde el pasado mes de diciembre. La reapertura ha sido recibida con gran alegría entre los turistas que ya han llegado a la villa, que nada más ver cómo abrían el acceso acudían en tropel a fotografiarlo.
El consejero de Cultura, Javier López Marcano, aclaró a este periódico que este camino, que es de titularidad pública, da acceso al Palacio y la Capilla de Sobrellano, también públicos, y que si estuvo cerrado durante todo el invierno es porque baja la afluencia de visitantes. Dijo que en cuanto se enteró de que seguía cerrado dio orden inmediata de permitir el paso. Rechaza la tesis de que su clausura fuese ordenada por los dueños del Capricho cuando cerraron el restaurante a finales de diciembre. «Si es así, fue sin mi conocimiento», dijo Marcano.
Pero lo cierto es que todo lo que rodea el cierre de El Capricho es un auténtico misterio. El edificio, declarado Bien de Interés Cultural hace 40 años, se convirtió en restaurante en 1985 y en 1992 lo compró el grupo japonés Mido Development, que no pudo sostenerlo con el negocio hostelero. A finales de año, mandaban a casa a sus nueve empleados, el edificio se cerró, casualmente el acceso también, y nada se supo hasta que hace unos días el PSOE dio la voz de alarma, porque El Capricho, que siempre ha sido privado, está localizado en una pequeña colina junto al Palacio y la Capilla de Sobrellano.
Existen dos vías de acceso, una que exclusivamente permite la entrada al edificio de Gaudí y otro camino que discurre frente al Capricho y luego continúa por el Palacio de Sobrellano. El primer acceso es privado, pero el segundo es público y fue el que ayer se reabrió.
Los miedos de Kurosawa
El interés de la Consejería de Cultura y del Ayuntamiento de Comillas por abrir la vía de acceso que transcurre por delante del Capricho ha podido con los miedos de Taketo Kurosawa. El propietario se negaba ayer a hacer declaraciones sobre las negociaciones de su abogado con el Gobierno de Cantabria para que, en caso de que El Capricho sufriera desperfectos, la Consejería se responsabilizara de los mismos. López Marcano dejó claro que el Gobierno no va a asumir la vigilancia de El Capricho, «como tampoco pagamos la seguridad de todos los palacios, casonas e iglesias que hay en Cantabria».
No sería la primera vez que gente con cuchillos intenta e incluso consigue arrancar las emblemáticas baldosas con girasoles, que son la seña de identidad del monumento. Para solventar este problema -que un camino público pasa por delante de una finca privada- y para evitar actos vandálicos, el Ayuntamiento de Comillas ha ordenado precintar todo el edificio del Capricho con cintas de seguridad y vallas, poniendo límites a lo que es propiedad privada y lo que no, y permitiendo a quien lo desee ver El Capricho por fuera, pero sin poder entrar dentro de la finca, y en el mismo horario en que se mantiene abierto el recinto de Sobrellano, es decir ente las 9.30 y 18.15 horas.
Otro frente abierto es el de los nueve trabajadores, que en el mes de diciembre recibían de manera repentina la noticia del cierre del Capricho y la presentación, por parte del presidente, de un expediente de extinción de empleo en la Dirección General de Trabajo.
Los trabajadores, esperando
A fecha de hoy, tanto los trabajadores como el abogado y la delegada sindical de CC OO que les representa no han logrado alcanzar ningún acuerdo de indemnización con Kurosawa. Esta circunstancia les tiene atados de pies y manos, ya que les impide cobrar el paro o ser contratados por otra empresa. Hasta que hasta que Trabajo no resuelva el expediente, los trabajadores siguen dados de alta en la Seguridad Social.

Comentarios

  1. Esta es, sin duda, una muy buena notícia. Ya que es una verdadera lástima que un edificio tan emblemático, curioso e interesante no pueda ser admirado por el público.

    El cierre del restaurante había significado también el cierre de El Capricho al público. De modo que, la iniciativa tomada por el ayuntamiento de abrir el camino otra vez, me parece muy sensata.

    Por otro lado, pienso que el miedo del propietario a que sufra desperfectos el edificio, es totalmente lógico. Puesto que, desgraciadamente, sobran ejemplos de obras de Gaudí que los han sufrido a causa del vandalismo. Es difícil de entender cómo a alguien se le puede ocurrir dañar o robar partes de una arquitectura que sigue siendo una parte viva de nuestra historia, en forma de obra de arte.

    Así pues, sería más agradable disfrutar de la notícia sin tener que pensar cómo evitar que circunstancias no atribuibles al paso del tiempo, las condiciones climáticas o el desgaste propio de los materiales acaben con El Capricho.

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  2. Esto es por supuesto una muy buena noticia para todos los turistas que planean pasar sus vacaciones en Comilla y tambien los propeitarios de hoteles o restaurantes en cerca de esta lugar. Por supuesto, este edificio es uno de los principales atractivos de esta ciudad, para el turismo, especialmente en los meses de verano, esta atractión es realmente importante. Y por supuesto las fechas de partida para el turismo son alrededor de la semana santa, por lo que no es al azar que el ministerio de la cultura era el objetivo de abrir el edificio por el público ahora.

    Pero por supuesto que siempre hay que entender a la otra, y el propietario de este edificio tiene el derecho a asegurar sus pertenencias. Si es realmente el caso de que el edificio tal vez obtener perjudicados y en los años pasados, los cuadros del edificio resultaron dañados por los cuchillos, entonces yo puedo entender el propietario un poco. Por eso yo soy muy sorprendido de que el ministerio no quiere llegar a una conclusión y ayudar al dueño para evitar daños al edificio. Por supuesto tenemos que preguntarnos a nosotros mismos, ¿cuál es la idea de dañar un lugar de interés cultural?, ¿Y por qué no hay un respeto por otras pertenencias?

    Tal vez sería una solución si el ministerio está comprado el edificio, por lo que este lugar de interés público puede ser vistos por los turistas durante todo el año y despues unos años dará sus frutos. O tal vez otro propietario podría gestionar el restaurante, porque un restaurante en un lugar histórico como así tiene que ser su valor el dinero.

    Veremos lo que pasa al lado y sólo podemos esperar que el edificio se abrirá para el público y no va a ser dañados por algunas personas ignorantes.

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  3. Primero de todo, me cuesta creer la razón que da el consejero de Cultura sobre el cerramiento del paso del Capricho por menos afluencia de turistas. Intentar dar imagen de protector delante de todo aquello que se le exige sin llegar a una buena solución rentable y factible, puede llegar a mostrar una acción bastante hipócrita, y más cuando, según mi opinión, no tenga que ser él el que lleve a cabo estas actuaciones.
    Delimitar el recinto del Capricho con un muro no creo que sea la solución al problema. Primero porque el causante de las acciones incívicas no es solamente que los turistas (mejor denominarlos curiosos) no puedan frenar sus ganas de arrancar piezas cerámicas del edificio, ya que cuando funcionaba como restaurante estoy seguro que esto también sucedía. Si el Capricho es privado, y el Palacio y la Capilla de Sobrellano es público, por qué no hacerles accesos separados el paso de los cuales no pasen por ambas construcciones.
    El chantaje al que ha caído el dueño del Capricho diciendo que no abrirá el recinto hasta que el gobierno le facilite vigilancia es mear fuera de tiesto. Si el patrimonio que está en juego es privado no se puede tener tanto morro como para pedir responsabilidades a otro. Si a Kurosawa no le sale rentable ser dueño del Capricho sería hora de dar carta blanca al gobierno y que éste lo comprara. Pero claro, las cosas de palacio van despacio, y como ejemplo para ilustrar también el interés que tienen los políticos para ampliar el patrimonio artístico del país, tenemos el caso de la galerista Helga de Alvear, que ha tenido que sudar sangre para que (por fin!) el gobierno Extremeño le proporcione a su basto archivo un espacio donde se pueda exponer su obra, a cambio de que sea éste el dueño de su galería (más información sobre Helga de Alvear:
    http://www.elpais.com/articulo/cultura/tesoro/arte/precio/regalado/elpepicul/20100422elpepicul_1/Tes )
    Por otro lado, el gobierno asturiano no puede exigir la apertura de algo que no es suyo. Si tanto interés hay de que los turistas cuando lleguen a Comillas se encuentren esta joya arquitectónica a su entera disposición, creo que es un buen momento para ofrecer una buena oferta a Kurosawa para que el Capricho esté en las manos correctas, y proporcionarle los servicios necesarios para que esté como se merece estar, sin necesidad de que sea un restaurante.


    Víctor Guillén Albert (EPSEB)

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