El esfuerzo de Reus

El esfuerzo de Reus

JORDI JARIA - 10/05/2009 Diari de Tarragona

El sano ejercicio de explorar las ciudades nos hace pensar a veces que, al final, sus aceras, sus fachadas, el lado visible o invisible de sus calles, son un buen reflejo de las tensiones que, afortunadamente, nos mantienen vivos. Cuando nos adentramos en una ciudad, ya sea como aves pasajeras o con ánimo de quedarnos, inmediatamente se capta si allí hay agitación o, dicho de otro modo, creatividad, o si, por el contrario, lo que rezuma la mirada de las piedras es tristeza y abandono. El pensamiento oriental podría formular todo esto de otra manera: el ‘esfuerzo’ creador, heredero de la tradición, cuando decae, se convierte en un simple ‘esfuerzo administrativo’, rutinario.

No hace falta recorrer muchos kilómetros, o dar la vuelta al mundo, para disfrutar con un viaje a lugares en donde es bien patente ese espíritu de esfuerzo. Reus nos lo demuestra cada día.

Por encima de los tópicos que se quieran, –capital ‘comercial’, ‘emprendedora’–, la percepción que se tiene como paseante es que el lugar es acogedor y que no para de moverse. La actividad es su primera tarjeta de presentación. En tiempos de incertidumbres y de propensión al desánimo, no es poco aleccionador este modelo de hacer las cosas.

Rápidamente se percibe también que la reconstrucción del alma de la ciudad tiene como base un fuerte consenso de la sociedad civil. Reus mereció y merece la pena, deben pensar, y así es como miman esta arquitectura de sentimientos que paso a paso se traduce en más pujanza y modernidad. No hay ciudad que se precie que, para conseguir esos objetivos, no cultive su pasado más estimado. La capital del Baix Camp lo ha hecho magistralmente con la figura, tantas veces olvidada e incomprendida, de Antoni Gaudí. El centro que lleva su nombre emociona y transforma al forofo de la obra del arquitecto, que lo buscó antes en lugares como Comillas, Astorga o Barcelona.

La ruta gaudiniana no podría comprenderse en su dimensión total sin visitar el Centre Gaudí de Reus, el mejor homenaje a la fantasía modernista, la mejor excursión posible hacia el Arca perdida de los genios. La actualización de su mensaje universal – los del 68 decían cosas como ‘el enemigo del movimiento es el escepticismo’– es el gran acierto que deben apuntarse quienes apostaron por rehabilitar a Gaudí como un eje emocional de la ciudad. La invitación al recorrido por los paisajes biográficos del creador se ha convertido, además, en un valor económico, una «marca» con proyección internacional que aporta beneficios turísticos y comerciales a toda la ciudad y la incluye de lleno en la ruta del legado de Gaudí. Y porque el arte une a los seres humanos, los impulsores de este ‘esfuerzo’, creador y dinámico de la memoria, pusieron voluntades y recursos para sacar brillo a la joya modernista de los edificios.

El exquisito cuidado de este patrimonio, esta pertinaz lucha contra el olvido de lo propio, explica muchos de los éxitos actuales de la ciudad. Los valores del pasado, por ejemplo, el referente moral de Gaudí, no son, como diría el japonés Natsume Soseki, ‘un traje alquilado con el que uno se viste un rato’. Reus inyecta toda esa energía en su tejido económico, empresarial, en su muy activo escaparate cultural, en el rumbo seguro hacia las nuevas tecnologías.

También hay un espíritu emprendedor ‘social’ que Reus está liderando con notables resultados. Los colores y olores del Camp que inspiraron a Gaudí se cruzan y mezclan ahora con el perfume de los campos de hierbabuena. Nadie niega las dificultad de la convivencia intercultural, pero hay diálogo, y modelos de bienvenida en las escuelas, que funcionan. Todo esto es Reus o, simplemente, una sensación, un apunte sin más pretensiones.

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