La Sagrada Família que verá el Papa

El templo de Gaudí recibirá a Benedicto XVI en noviembre con naves cubiertas, un órgano de dos mil tubos y pavimento definitivo

MARÍA-PAZ LÓPEZ | Barcelona | 28/03/2010 |
Cuando Benedicto XVI visite Barcelona el próximo 7 de noviembre para consagrar la Sagrada Família, encontrará un templo con las naves cubiertas, casi libre de andamiaje en los interiores y con el pavimento de la planta colocado y reluciente. Todos los vitrales de la girola y el transepto se acabarán de emplazar antes de esa fecha. Ese domingo de noviembre, el Pontífice sabrá de las obras cercanas del túnel del AVE, y estarán también ahí las grúas que denotan que el templo expiatorio concebido en 1883 por Antoni Gaudí sigue inacabado. "Lo razonable para la consagración es que el edificio sea ya un espacio cerrado", argumenta el arquitecto director de las obras, Jordi Bonet.

Visita previa del cardenal Bertone

Benedicto XVI estará en Barcelona el 7 de noviembre, y el día anterior celebrará en Santiago de Compostela el año santo jacobeo. Los preparativos para la etapa barcelonesa del viaje papal están en manos del cardenal Lluís Martínez Sistach; y más detalles aflorarán a finales de abril, cuando visite la ciudad el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado vaticano, para beatificar en la basílica de Santa Maria del Mar al sacerdote igualadino Josep Tous. Bertone se quedará tres días, durante los cuales visitará la Sagrada Família e irá a Montserrat y a Igualada.

Faltan algo más de siete meses para el viaje papal a Barcelona, pero en el templo gaudiniano ya empiezan a plantearse cómo albergar la ceremonia y cómo canalizar la afluencia de fieles y peregrinos. Los primeros cálculos, cifrados en la capacidad de la Sagrada Família, prevén la asistencia de al menos 30.000 fieles, cifra relativamente modesta para un acto religioso presidido por el Papa en un viaje al extranjero.

Esos 30.000 fieles pueden repartirse del siguiente modo, a juicio del arquitecto Bonet: casi diez mil dentro del templo (algunos de ellos, de pie y con mala visibilidad), y los veinte mil restantes en el exterior, repartidos entre las plazas adyacentes (las de Antoni Gaudí y Sagrada Família), en las que se instalarán grandes pantallas para seguir la ceremonia. De todos modos, las autoridades municipales están llamadas a buscar soluciones para dar cabida a más personas. Una posibilidad sería instalar una gran pantalla en la avenida Gaudí, a lo largo de la cual se podrían ubicar centenares de fieles, lo mismo que en la calle Provença.

Ese domingo de noviembre se procederá a consagrar la Sagrada Família, un término que merece ser explicado. "En realidad, se trata de la dedicación de la iglesia, que es un modo solemne de declarar que un espacio queda separado de lo profano para convertirse en espacio sagrado", explica Josep M. Urdeix, delegado de liturgia del arzobispado de Barcelona. Antes de 1962 se llamaba también consagración a este rito, y la palabra parece destinada a seguir en el uso cotidiano, pues evoca más la idea de lo sacro.

El caso de la dedicación/consagración de la Sagrada Família es particular, porque aunque las naves estén cubiertas y se trate de un recinto cerrado –y por tanto consagrable–, las obras van a proseguir en las alturas exteriores hasta al menos el año 2025. También es un caso peculiar porque "hace años que se usa la cripta como parroquia, o sea, hay culto –recuerda Urdeix–, pero también es cierto que el templo es otro espacio distinto".

De hecho, la primera ceremonia litúrgica en la Sagrada Família bajo la bóveda principal ya completada fue oficiada el 1 de enero del 2001 por el cardenal Ricard M. Carles, entonces arzobispo de Barcelona, para cerrar el jubileo del 2000. "Lo lógico –aventura el arquitecto Bonet– sería que el Papa entrase en el templo por el portal de la Gloria", es decir, el que da a la calle Mallorca, la fachada principal de la Sagrada Família, tal como la concibió Gaudí. Sin embargo, esa entrada se halla a considerable altura sobre el nivel de la calle.

"El templo está tan bien proporcionado que no te das cuenta de lo grande que es, el Papa se sorprenderá", dice el arquitecto Bonet, mientras recorre con agilidad pasmosa para sus 84 años andamios y pasarelas situados a 75 metros de altura, a los que se accede en ascensor. Bonet, arquitecto director de las obras desde 1984, recibirá por segunda vez en su vida a un Papa en la Sagrada Família: en 1982 le tocó dar la bienvenida a Juan Pablo II, que entró por la fachada del Nacimiento de la calle Marina.

Hoy, está ya colocado en el presbiterio el altar junto al que Joseph Ratzinger leerá su homilía en noviembre. El presbiterio tiene cabida para 350 clérigos, y ahí tienen que acomodarse los cardenales, obispos y monseñores que concelebren la misa, entre ellos el cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, artífice de la visita papal a Barcelona.

Hay quien dice que habrá unos 800 clérigos, entre prelados y sacerdotes, en esa ceremonia, a repartir en varios sectores del templo. En la girola caben 350 voces blancas, y en el coro, 1.200 cantores. Para entonces, estará también instalado en el presbiterio un órgano de dos mil tubos (llamado "de acompañamiento", pues no será el definitivo), que tendrá su prueba de sonido el 25 de septiembre. Para mayo se habrán retirado los andamios y estará colocado el pavimento –de piedra de La Sènia y de Ulldecona– en los 4.500 metros cuadrados de la planta de la iglesia.

El altar es un bloque de pórfido traído de Irán. Por ser una piedra durísima, el pórfido es ideal para columnas que deben soportar gran peso; y en esa piedra se tallan las cuatro columnas que sustentarán la monumental torre de Jesús. Será la más alta del templo (170 metros) y en su cúspide habrá una cruz a la que se podrá subir en ascensor; cabrán en ella 40 personas.

"Gaudí era un hombre piadoso, y no quería que la obra del hombre superara la de la naturaleza –explica el arquitecto Bonet–. En su época se adjudicaba a la montaña de Montjuïc una altura de 200 metros, y el suelo de la Sagrada Família está a 30 metros sobre el nivel del mar. Si sumamos los 170 metros de la torre de Jesús más 30, da 200, y la altura total no supera la de Montjuïc".

Atención: entre las calles Mallorca (fachada principal) y Provença (donde está el ábside) hay un desnivel de cinco metros. La Sagrada Família que verá en noviembre Benedicto XVI distará aún mucho de rozar esas alturas, pero desplegará unos interiores espléndidos

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