Una casa de cuento que fue de un portero

La vivienda del vigilante del parque Güell acoge una muestra sobre la historia del edificio

Miércoles, 12 de enero del 2011
PILAR GARCÍA
BARCELONA
La Casa del Guarda del parque Güell, una casa de cuento que fue de un portero.

«¡Yo me comeré el techo y tú, las ventanas!». Si los hermanos Grimm hubieran podido viajar en el tiempo, tal vez Hansel le habría dicho estas palabras a Gretel en uno de los lugares más visitados de Barcelona: el parque Güell. Eso sí, en vez de pan, bizcocho y azúcar habrían mordisqueado piedra, cerámica y porcelana. El historiador Josep Maria Garrut, director de la casa-museo Gaudí del parque desde su fundación en 1963 hasta que falleció, hace dos años, apuntó que el arquitecto podría haberse inspirado en la cabaña de la malvada bruja del cuento al idear la Casa del Guarda. El edificio es uno de los dos pabellones que recibe a los turistas antes de que la foto de rigor junto al dragón les haga correr a hacer cola en la escalinata de entrada del parque.

Edificio rehabilitado 8 La vivienda está frente al dragón del parque. ARCHIVO / SERGIO LAINZ


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El 27 de enero de 1901, cuando Gaudí empezaba a trabajar en el parque, su obra más ambiciosa como arquitecto paisajista, el Liceu ofreció el relato infantil que Humperdinck convirtió en ópera y Maragall tradujo al catalán. «Hansel y Gretel estaban en el imaginario colectivo», dice la historiadora de arte Mireia Freixa, «por lo que la teoría de Garrut podría ser verosímil».

La muestra Güell, Gaudí i Barcelona. Expressió d'un ideal que alberga la Casa del Guarda presenta el edificio como «uno de los pocos ejemplos de vivienda modesta» del artista. Freixa, comisaria de la muestra junto a la arquitecta Mar Leniz, la equipara «con la casa del guarda de las caballerizas de los pabellones Güell de Pedralbes». El colorido --conserva el azul, amarillo y verde originales en los interiores-- y las formas caprichosas del edificio contrastan con la sencillez de los materiales. La técnica característica de Gaudí, el trencadís, cubre superficies de fragmentos irregulares, de cerámica o porcelana procedentes de derribos o de sobrantes de fábricas. La cúpula en forma de seta está repleta de tazas de café boca abajo. El edificio tenía una cocina y una sala de herramientas en la planta baja, habitaciones en la primera, un desván y una buhardilla. Construido entre 1901 y 1903, fue la casa del portero de la urbanización hasta 1920, y después, vivienda privada. En 1996 se inició el primer proceso de restauración, tras lo que reabrió, tres años más tarde, como centro de interpretación del parque Güell, ya integrado en el Museu d'Història de Barcelona. En el 2009 volvió a rehabilitarse para ofrecer, al año siguiente, la exposición que explora la casa, el parque y la Barcelona modernista. La muestra apunta la fascinación de Eusebi Güell por el arquitecto, y el hecho de que «Gaudí encontró en Güell al promotor que le permitiría desarrollar su libertad creativa». El parque se proyectó como un nuevo modelo urbano, inspirado en los barrios residenciales británicos, para las clases acomodadas. La falta de transporte público influyó, destaca Freixa, en el «fracaso comercial» de la iniciativa. En 1926 se abrió al público. Fernando Subiela, antiguo vecino de la calle Larrard, sitúa en él todos los episodios de su infancia y juventud: «Las bicis, la pelota, los flirteos... Llevo el parque Güell grabado en la cabeza».



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