La Barcelona que construyeron nuestros abuelos

ANÁLISIS

La Barcelona que construyeron nuestros abuelos

02.02.2011 Marisa Anglés, Expansión.com

El abogado Emilio Cuatrecasas, el hotelero Pau Guardans y la ex periodista Carlta Vitzhum coinciden en la falta de un mensaje y un rumbo claro y alertan de la urgencia de trazar una estrategia en lugar de seguir viviendo de rentas.

“Los turistas vienen a Barcelona a visitar lo que pagaron nuestros abuelos industriales: la Sagrada Familia, la Catedral y las obras de Gaudí”, se quejó ayer el abogado Emilio Cuatrecasas en una conferencia sobre el presente y el futuro de la ciudad organizada por Sport Forum Barcelona en el Círculo Ecuestre. El hotelero Pau Guardans coincidió en que “en Barcelona no valoramos el turismo porque no nos ha costado nada”.

La tercera ponente de esta conferencia, la excorresponsal de The Wall Street Journal en España, Carlta Vitzthum, tras deshacerse en alabanzas hacia la Barcelona que conoció por primera vez en 1992, dijo que “ahora, si aún fuera periodista, no sé sobre qué escribiría para vender Barcelona: ¿del Barça?, ¿de sus chefs?”.

Cuatrecasas afirmó que Barcelona le aporta “sensación de decadencia”. En los años setenta, dijo, “la capital catalana era la más importante de la Península Ibérica en cultura, en número de editoriales, en teatros, en escuelas de negocios... y no hemos sabido hacer de esto un proyecto nacional”. Y añadió: “la Barcelona que creó la primera bolsa del país, el primer tranvía de vapor, la primera radio, que tenía la arquitectura de Gaudí, era una Barcelona de la que sentirse orgulloso”.

Sin embargo, desde 1978, “Madrid se ha legitimado como capital en muchos ámbitos; en Barcelona, en cambio, la acción política se ha centrado en recuperar la identidad, lo que está muy bien, pero hay que ser conscientes de que tiene un coste”, añadió.

Estructura cerrada
Cuatrecasas también cargó contra el hermetismo de la sociedad catalana: “dentro de 25 años, en esta sala [en el Círculo Ecuestre] veremos las caras de los hijos de los que estáis hoy aquí –dijo–, y esto es muy malo: hay que derribar las estructuras cerradas e invitar a la gente de fuera”.

Pau Guardans afirmó no entender “la posición contraria al turismo de algunos barceloneses y el no ser más proactivo con lo que nos llega de fuera”. El presidente de Inn Hotels advirtió de que “el turismo ha ido bien cuanto todo iba mal, pero si no actuamos, el turismo puede ir muy mal cuando el resto vaya bien”.

Según Guardans, Barcelona está fallando en la promoción de la ciudad, en no dar mensajes mucho más ambiciosos, en seguridad, limpieza, alumbrado y en apoyo de la Administración pública, dijo. “¿Creen que a Gaudí hoy le darían una licencia municial de obras?”, concluyó, lo que generó una carcajada a los asistentes al coloquio. Sentado entre el público, el director general de Turisme de Barcelona, Pere Duran, escuchaba en silencio.

Guardans pidió a los asistentes que se remontaran mentalmente al 1 de enero de 2002 en Nueva York, cuando el empresario Michael Bloomberg tomó las llaves de la ciudad. Sólo hacía tres meses del derribo de las Torres Gemelas y la moral y la economía de la ciudad necesitaban un revulsivo. Bloomberg encargó a un grupo de expertos que pensaran qué hacer para reflotar Nueva York y la primera conclusión de estos fue recuperar la actividad turística.

Administración
Según Guardans, “somos una ciudad envidiada, pero nos hemos creído que era gratis”. Barcelona no ha perdido ninguna batalla aún –dijo–, pero ha llegado el momento de poner más imaginación y exigir a las administraciones que sean aliadas, no frenos”. El presidente de Inn Hoteles recordó que cuando quiso comprar la Casa Burés de Barcelona en 2007 para convertirla en un hotel de cinco estrellas, el Ayuntamiento ejerció su derecho de tanteo e impidió la operación. Hoy, el edificio modernista está habitado “sólo por las palomas”, señaló Guardans.

Vitzthum, nacida en Nueva York y actualmente residente en Madrid, es directora de comunicación y relaciones externas de Public Interest Oversight Board. Esta excorresponsal de The Wall Street Journal creció en la gran manzana, donde, según reconoció ayer, “tenía una envidia sana de las fiestas y tradiciones tan arraigadas de las comunidades judías e italianas”. Sus cuatro abuelos nacieron en cuatro países distintos y uno de ellos, perteneciente a la aristocracia alemana, “desapareció, por lo que yo crecí con una visión del nacionalismo muy nefasta”, explicó Vitzthum.

“No podía entender cómo los principales partidos de Catalunya y País Vasco eran nacionalistas hasta que llegué aquí”, contó. “Al descubrir Barcelona en 1992 aprendí que tenían una cultura abierta y con visión de futuro”. Sin embargo, según Vitzthum, en sus últimos viajes a Barcelona, “no he sabido qué mensaje quería dar la ciudad”.

Según Guardans, la solución de Barcelona “no es un tema de recursos, es de imaginación: los empresarios sabemos que la falta de recursos es un impulso a la gestión, no una excusa para no hacer nada”.

Entre las soluciones propuestas ayer para la capital catalana, se encuentra el proyecto Barcelona Global, impulsado por María Reig. Esta iniciativa, según Cuatrecasas, pretende quitarle a la ciudad ese aire de decadencia actual para renovarla e impulsarla. Barcelona Global no se presenta a ningunas elecciones y su lema es Fem que passi.

Comentarios

  1. Todas las ciudades viven de las "rentas" de sus antepasados, no acabo de entender por qué eso es un síntoma de decadencia.
    Para mi lo decadente es que a Gaudí se le exprime como a un limón mientras se olvidan de proteger y potenciar el resto de nuestro patrimonio artístico. Que la Casa Burés esté vacía es un síntoma de decadencia, pero aún lo es más que se quisiera destruir para convertirla en un hotel.

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