Güell, Gaudí y la guerra del agua

La finca de Eusebi Güell en Les Corts, con la entrada del arquitecto, era la punta de un ambicioso, poco conocido y fallido proyecto urbanístico para proveer de agua Barcelona desde el Garraf en 1896


El Pais



La monumental entrada que realizó Gaudí para la finca del conde Güell.
La monumental entrada que realizó Gaudí para la finca del conde Güell. JOAN SÁNCHEZ

Barcelona siempre ha crecido a golpe de grandes acontecimientos. Ocurrió con los Juegos Olímpicos de 1992 y el Fórum de las Culturas en 2004. Lo mismo ocurrió a finales del siglo XIX y comienzos del XX con la celebración de acontecimientos como la Exposición Universal de 1888 y la Exposición Internacional de 1929 que proyectaron Barcelona al futuro ganando nuevos espacios como son la Ciutadella y Montjuïc.
En ese mismo momento Barcelona libraba una batalla en la que se jugaba el ser o no ser como metrópoli. Tras suprimir las murallas que la encorsetaban, la ciudad había crecido urbanísticamente y había superado el medio millón de personas que tenían nuevas necesidades. Hacerse con el control del agua era convertirse en una persona influyente y la burguesía de la ciudad no quería quedarse al margen. Uno de ellos fue Eusebi Güell i Bacigalupi (1846-1918), primer conde Güell, industrial y empresario, reconocido, sobre todo, por ser el gran mecenas del arquitecto Antoni Gaudí, al que le encargó un buen número de edificios como el Palau Güell, la iglesia de la Colonia Güell, el Park Güell,
Construcción el 1927 de la canalización a la avenida Gaudí (en aquellos días, de Primo de Rivera), en dirección a la Sagrada Familia.
Construcción el 1927 de la canalización a la avenida Gaudí (en aquellos días, de Primo de Rivera), en dirección a la Sagrada Familia. 


Pero si la vinculación de Güell en la creación en algunos de los edificios más singulares de Gaudí es bien conocida; su participación en la guerra del agua, y los detalles de su proyecto para abastecer a la ciudad a finales del siglo XIX y comienzos del XX, son menos populares y se circunscriben al ámbito académico. En esta historia de la Barcelona decimonónica es inédito el que Güell comprara un buen número de propiedades en la zona norte de la ciudad, en terrenos de la villa de Les Corts y Sarrià, por entonces municipios independientes. El trabajo realizado por Luis Gueilburt, experto gaudiniano para definir los límites, la extensión y la evolución de la finca Güell entre los años 1859 y 1918 le ha llevado a determinar que esta propiedad llegó a aglutinar hasta 10 masías y terrenos rústicos que se extendían por casi 90 hectáreas, muy superior a las 20 o 30 que se ha defendido hasta ahora. Una adquisición nada arbitraria, sino que tuvo mucho que ver con el plan de hacerse con el suministro de agua: Güell compró los terrenos para facilitar la instalación de las conducciones que permitieran repartir el agua por toda la ciudad desde unos depósitos que construiría en la alta zona de Pedralbes.
 Entre las muchas propiedades que heredó Eusebi Güell de su padre Joan Güell i Ferrer en 1872 estaba la Casa de camp de les Corts i Sarrià, una finca que había adquirido a las afueras de Barcelona en 1859, en la villa de Les Corts. Uno de los primeros encargos que realizó Güell a Antoni Gaudí fue construir unas caballerizas para dar cobijo a sus caballos y un picadero en su nueva finca, una casa para el portero y una gran puerta de hierro, la del dragón Ladón, con la que poder cerrar el acceso a la misma, además de un muro perimetral que incluía varias puertas de acceso; un conjunto que pronto despertó la admiración de sus conciudadanos, algo que seguramente pretendía Güell. En aquel momento, según consta por el registro de la propiedad, tal y como Gueilburt constató en su libro Gaudí i el Registre de la Propietat, de 2003, la finca tenía una extensión de algo más de cuatro hectáreas en la que había jardines, naranjos, bosques, frutales y viñas.


Mapa que muestra la enorme extensión de la finda Güell, desde el núcleo original, en verde oscuro, hasta Sant Just Desvern y el campo del Barça.
Plano que muestra la enorme extensión de la finca Güell, desde el núcleo original, en verde oscuro, hasta Sant Just Desvern y el campo del Barça. 


Pero las propiedades de Eusebi Güell alrededor de este núcleo principal, no hicieron nada más que crecer, tal y como ha reconstruido Gueilburt tras consultar la documentación de los archivos de Les Corts y Sarrià, el Arxiu Nacional de Catalunya, el Arxiu Històric de la UB, el archivo de la Cátedra Gaudí y el Registro de la Propiedad. A la finca heredada de su padre en 1872, también llamada Can Custó, Mas Monterols, Vinyals y Torre Güell, el primer conde añadió en 1882 Cal Feliu, que incluía las fincas de l’Olivar y Garroferas. Ese mismo año adquirió Can Baldiró y, al año siguiente, Can Berra, conocida también como Can Cuiàs de la Riera. Entre 1884 y 1887 Gaudí realizó reformas en la casa principal de la finca y realizó la entrada monumental que todavía hoy se puede admirar.
Pero el conde no paró. En 1885 compró las propiedades de Can Bacardí o Ermengol y en 1888 las tierras y la masía de Torre Blanca o Can Granota que incluía Can Xica d’en Guerra. En 1890 adquiere Can Llopis, la finca propiedad de Baldomero Llopis Guix situada en los límites con la población de Sant Just Desvern, por encima incluso del monasterio de Pedralbes, junto a la actual carretera de las Aiguas; en 1896 compra Can Raspall, Llavallol o la Torre Gran y en 1899 Can Duran de les Escales, que incluía Can Torre Xica o Can Vidal, una propiedad enorme de 28 hectáreas. La reconstrucción de esta vasta propiedad, a partir de los datos obtenidos por Gueilburt ha sido realizada por los arquitectos Estanislau Roca y Joan Florit gracias a la utilización de mapas y cartografías de la época que se han acabado superponiendo con los mapas actuales obteniendo un plano de síntesis que permite delimitar la extensión y los límites de la Finca Güell: en total, 87,3 hectáreas, cuatro veces más que lo que se había asociado hasta ahora con la propiedad del conde que se correspondía con el perímetro que hizo Gaudí.
La situación de las fincas en el plano delata como del interés de conformar una propiedad alrededor del núcleo primero y principal de Can Custó, donde estaba la vivienda familiar de los Güell, se pasó a configurar una propiedad alargada que busca tanto conectarse con la población vecina de Sant Just Desvern, más allá de la Carretera de las Aïgues, con la compra de Can Llopis en 1890, como adentrarse en el interior de Barcelona con la compra de Torre Blanca en 1888, situada junto al campo del Barça y el cementerio de Les Corts. Para Gueilburt no hay duda que la respuesta a esta forma alargada hay que buscarla en relación al interés que demostró Eusebi Güell por controlar el abastecimiento del agua en la Barcelona a finales del siglo XIX.

Portada del opúsculo escrito y editado por Eusebi Güell el 1899, en el cual defendía su proyecto de traer aguas desde el Garraf en Barcelona.
Portada del opúsculo escrito y editado por Eusebi Güell el 1899, en el cual defendía su proyecto de traer aguas desde el Garraf en Barcelona.


Güell heredó de su padre también una finca en el macizo del Garraf, llamada Quadra Güell, pese a que siempre fue una bodega destinada a albergar la producción vitivinícola de la familia. El conjunto, que sorprende al viajero que circula por la carretera de la costa que une Barcelona y Sitges, está formado por dos edificios, la portería y la bodega propiamente dicha donde hay tres niveles; la planta baja, destinada a cochera y bodega, la primera para vivienda del propietario y la segunda destinada a capilla y mirador con vistas al Mediterráneo. Gaudí proyectó otro edificio, un pabellón de caza que dibujó con gran detalle, pero que no llegó a materializarse. Según Gueilburt, el proyecto es obra de Gaudí que firmó los planos que se presentaron en el Ayuntamiento de Sitges en 1895, pese a que se ha mantenido durante años que la realizó el maestro de obras y colaborar del arquitecto, Francesc Berenguer.

En la finca del Garraf existía y existe un manantial de agua dulce que brota a los pies del macizo de la Falconera y que desemboca en el mar Mediterráneo. Güell, con el ojo negociador que le caracterizó, encargó al ingeniero de minas Silvino Thos i Codina una serie de trabajos para ver las posibilidades del manantial. De hecho, uno de los pozos que todavía existen allí se llama “Pozo Eusebi”.
El 17 de junio de 1896 el Ayuntamiento de Barcelona convocó un concurso para resolver el problema del abastecimiento de agua que los operadores privados, sobre todo la Société Générale des Eaux de Barcelona, no garantizaban. Entre los motivos: el rápido crecimiento de la población que pronto superaría el medio millón de personas, tras la agregación de los municipios de alrededor de 1897. Güell no dudó en presentarse junto a otros catorce proyectos, tal y como publicó en 2010 el historiador Manel Martín en su tesis Aigua i Societat a Barcelona entre las dos exposicions (1888-1929).
La propuesta, localizada en la Quadra del Garraf, que presentó Josep Sánchez Alemany, hombre de paja del conde, fue la seleccionada por ser la que ofrecía mayor volumen de agua: 80.000 metros cúbicos al día. Sin embargo, destaca Martín, las aguas de Güell presentaban un gran problema: era la única de las quince que no eran potables, por su alto grado de salinización por la filtración del agua de mar. La Comisión de Foment encargada de seleccionar una de las ofertas recomendaba la de Güell pero con la condición de que ofreciera garantías. Por eso, alargaba el proceso de estudio y no tomaba una decisión en firme.






LOS TRES FRACASOS DEL CONDE


Eusebi Güell ha sido siempre la imagen del éxito empresarial, político y cultural, pero el conde también vivió el fracaso en suya propia piel. El 1890 Güell y su familia fueron desahuciados de Palau Fonollar, donde vivían, junto a Palau Molla, donde residía su suegro, el todopoderoso Antoni López, después de un pleito de más de diez años en que se lo acusaba de acoso inmobiliario. Según ha puesto de manifiesto el historiador Josep Casamartina, cuando Güell marchó ordenó arrancar todo el que se pudiera llevar, incluso las baldosas de las paredes, que después Gaudí utilizó al nuevo edificio, Palau Güell, además de los muebles, las cristaleras y las luces.
Además del fracaso por el control del agua en el concurso de 1896, Eusebi Güell sufrió un tercer revés destacado. El 1900 encargó a Gaudí la creación de una ciudad residencial, a imitación de los parques británicos, que denominó Park Güell. La intención era levantar 60 viviendas unifamiliares en el mismo número de parcelas. El 1903 estaban acabados los pabellones de la entrada, la escalinata principal, la valla exterior, los viaductos y parte de la gran explanada, que se acabó el 1907. La primera parcela la compró el 1902 un amigo de Güell, el abogado Martín Trias. El 1906 Gaudí se trasladó a vivir y el año siguiente, Güell y toda su familia se mudaron para animar las ventas.
Pero las condiciones en que se venían las parcelas, la carencia de transporte y la exclusividad hicieron inviable el proyecto, que acabó abandonado por falta de compradores el 1914, justo cuando se acabó el famoso banco de quebradizo y con tan sólo dos de las 60 casas previstas. Lo único positivo es que el 1926 Barcelona ganó un nuevo parque público.

La no resolución desencadenó que los candidatos defendieran sus opciones publicando sus argumentos para influir en la opinión pública. En febrero de 1899 Manuel Duran, uno de los 15 candidatos, edita un opúsculo titulado Estudio comparativo entre la aportada por las Aguas de Garraf y la del Canal de San Pedro de Casserras en la que destacaba que todas las opciones seguían sobre la mesa y destacada los puntos débiles del proyecto de Güell. En cuestión de semanas, el conde le contesta con otro opúsculo: Manantial del Garraf en la que aporta datos contra las críticas de su proyecto, aduciendo que su agua si era potable y haciendo valer su enorme caudal, además de que su oferta era más económica que la de Duran (18,2 millones de pesetas) y que los beneficios municipales serían mayores.
Según Güell: “El proyecto de traída de las referidas aguas de Garraf... consiste en la elevación de aquellas a 100 metros en las mismas costas de Garraf [los ingenieros alemanes A. Fritcher & Houday habían realizado un estudio para extraerla mediante unas bombas que se comprarían] y su conducción en tubería cerrada, cruzando el Llobregat por medio de un puente, vertiendo finalmente dichas aguas a un gran depósito situado al pie de Pedralbes, de donde ha de ser repartida para su consumo en esta ciudad”.
En una tercera publicación, Duran vuelve a insistir en lo beneficioso de su proyecto y cargaba contra el secreto de la selección: “Si en este país no se resolvieran los más importantes asuntos a cencerros tapados y en cenáculo privilegiado, y se dieran participación a la opinión en los negocios arduos, por medio de informaciones públicas, no tendrían el Sr. Güell que lamentarse de que la prensa y la opinión se hallen mal informadas y combatan cosas que, tal vez, mejor informadas, apoyarían”.
En junio de 1899 el municipio decide no tomar en cuenta la oferta de Güell sin que este efectuase las obras de modificación de la explotación para garantizar la potabilidad de las aguas y amplia el término para presentar nuevas propuestas en las mismas condiciones que las previstas en 1896, reconociendo el fracaso del concurso y acabando con las aspiraciones del conde de hacerse con el control del agua de la ciudad.
Coincide en el tiempo la compra de fincas y los planes de Eusebi Güell para hacerse con el abastecimiento de agua. La finca de Can Llopis tenía como límite la actual Carretera de las Aïgues. Para Gueilburt no hay duda de que era por aquí por donde planeaba entrar las conducciones para almacenar el agua en los depósitos de Pedralbes, apenas a 25 kilómetros de distancia del manantial. El experto, que asegura que su investigación continúa, apunta que los tubos pasarían muy cerca de la Colonia Güell, con lo que el conde garantizaba agua de calidad a buen precio para su fábrica textil más importante.
“Como casi todas, la oferta de Güell estaba sobredimensionada, porque había que convencer a las autoridades municipales”, explica Martín que recuerda que por entonces comenzaban a realizarse los primeros análisis microbiológicos del agua para ver su potabilidad. La propuesta de Güell, “deja claro que había una expectativa de negocio, ofrecer agua al Ayuntamiento era clave para poder competir con el operador privado”. El especialista desconoce los mecanismos para que la propuesta del conde fuera seleccionada en primera instancia pese a que no era potable. En todo caso, “demuestra, pese a lo que se ha dicho siempre, el interés el capital autóctono por el negocio del agua. Había capacidad financiera, pero faltaba capacidad técnica”, remacha Martín que asegura que la operación urbanística de Güell “encaja como un guante ya que la compra de los terrenos le permitía no tener los problemas de servidumbre que tenían otros. Quería solucionar el problema antes de que existiera”.





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