El tesoro enterrado de Gaudí

El arquitecto creó el 1878 un inovador sistema de riego hidráulico en terrenos de Caldes de Montbui y Palau-solità i Plegamans, una obra desconocida e ignorada.

Primera página del proyecto de Antoni Gaudí del 1878.
Primera página del proyecto de Antoni Gaudí del 1878. ARXIU DE LA CORONA D'ARAGÓ
Antoni Gaudí (1852-1926) es un arquitecto reconocido y con aparente suerte. En Barcelona, donde construyó sus edificios más icónicos da nombre a una avenida y a una plaza situadas las dos junto a su obra más monumental y polémica: la Sagrada Familia. En concreto a la Fachada de la Natividad; unas de las pocas zonas de este templo expiatorio que el arquitecto concluyó antes de morir atropellado por un tranvía a los 73 años. Como en la capital, el genial creador cuenta con un gran número de calles repartidas por pueblos y ciudades catalanas y españolas. Es el caso de Caldes de Montbui y Palau-solità i Plegamans, dos localidades vecinas del Vallès Oriental que le dedican sendas calles al arquitecto de obras como la Casa Batlló, el Parc Güell o La Pedrera, entre otras.
Pero en estas dos poblaciones vallesanas la presencia de Gaudí va más allá de unos metros de calle en dos barrios de la periferia: comparten una de las obras de juventud del autor más desconocidas, no porque no se realizara o se perdiera como ocurrió a otros proyectos de estos primeros momentos, sino porque el trabajo que Gaudí realizó en noviembre de 1878 por encargo de uno de sus primeros clientes, el marqués de Sentmenat; una obra de ingeniería hidráulica para captar y transportar agua de forma subterránea situada en unos terrenos agrícolas del margen izquierdo de la Riera de Caldes, permanece en la actualidad bajo tierra, casi olvidada por todos y, por lo tanto, lejos de la mayoría de sus trabajos que reciben millones de visitantes (en Barcelona más de 10) cada año.

Hasta finales de 1997 el documento Proyecto de alumbramiento de aguas en el valle de la riera de Caldas para aumentar el caudal de la mina de los señores irrigantes de Plegamans permaneció inédito. Durante el proceso de inventario del Fondo Sentmenat depositado en el Archivo de la Corona de Aragón (ACA), la archivera Mariluz Rodríguez descubrió tres juegos de planos firmados por Gaudí acompañados, en dos de los casos, por una memoria de 11 páginas cosidas a mano con hilo de algodón, posiblemente por Gaudí y escritas con una bella y pulida letra del arquitecto. El original, de noviembre de 1878 contaba, además, con tres letras P capitulares espectaculares, gotizantes y casi arquitectónicas, que encabezan el proyecto, el plano y el perfil. Las dos copias son algo posteriores y están fechadas en febrero de 1879.
Los primeros planos están dibujados en tinta negra y verde y las copias en negra y roja. Las tres versiones son iguales “aunque Gaudí cambió algunas palabras”, explica Lluís Gueilburt, que lleva años estudiando la obra de Gaudí, tras comparar los diferentes textos. El joven arquitecto, numera las parcelas, pone el nombre de sus propietarios, los caminos y los torrentes. En el corte transversal de la versión de 1878 destaca una representación paisajista de una enorme pinada con efectos de verdadero paisajismo, tan virtuosa como innecesaria en un proyecto de esta clase, pero que habla de la precisión que quiere dar a su trabajo.
Plano del proyecto de Gaudí para captar agua de la riera de Caldes, entre Caldes de Montbui y Palau-solità i Plegamans de 1878.ampliar foto
Plano del proyecto de Gaudí para captar agua de la riera de Caldes, entre Caldes de Montbui y Palau-solità i Plegamans de 1878. 
Perfil del proyecto de Gaudí para captar agua de la riera de Caldes, entre Caldes de Montbui y Palau-solità i Plegamans de 1878, donde aparece la firma y la numeración del proyecto como “nº 30”.ampliar foto
Perfil del proyecto de Gaudí para captar agua de la riera de Caldes, entre Caldes de Montbui y Palau-solità i Plegamans de 1878, donde aparece la firma y la numeración del proyecto como “nº 30”. 
El proyecto no hacía referencia a ninguna de las obras incluidas en el catálogo del arquitecto, ni había sido incluido por su primer biógrafo, J. F. Ràfols. “Era inédito porque el original y las copias quedaron en manos de quien lo había encargado, un fondo particular que entró en el archivo en 1969. Al verlo, lo primero que me llamó la atención fue la enorme letra capitular. Luego me sorprendió ver que era de Gaudí. No sabemos por qué se lo encargó a él”, explica la archivera Rodríguez, más de dos décadas después, que reconoce que en el ACA “sorpresas hay siempre”.
Antonio Sama, doctor en Historia del Arte por la Universidad Complutense, dio a conocer el proyecto de Gaudí en noviembre de 1997 durante las IV Jornadas de Estudios Gaudinistas celebradas en Reus. “Fue la bomba de las jornadas, pero no tuvo ninguna difusión. De hecho, ni Joan Bassegoda ni Jordi Bonet se lo creyeron, pero al ver los planos firmados no tuvieron más remedio que aceptarlo”, explica Gueilburt, especialista del mundo del agua y en el mobiliario gaudiniano, que dirigió estas jornadas.
A los pocos meses, Sama publicó el artículo Gaudí fontanero: alumbramiento de aguas en Caldes de Montbuien el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza. Según este investigador, Gaudí buscaba solucionar el problema histórico del reparto de agua en esa zona, agravado por un periodo de sequía. Para ello aprovechaba el agua de la Riera de Caldes que discurre entre Caldes y Plegamans para regar unas propiedades alineadas en el margen izquierdo de la riera a partir de una mina de agua y de un pozo situado en el paraje del Prat de les Deus. Una mina que acababa transformada en una acequia a cielo abierto y dividida en tres ramales para regar las propiedades las familias Fatjó, Padró y un molino del marqués de Sentmenat. Las obras encargadas a Gaudí, explica Sama, son fruto del fallo en un pleito por el que se obligaba al marqués a sufragar las tres quintas partes de la mejora de la mina y de la acequia. El resto lo pagaban las familias Fatjó y Padró.
Fotografía de Antoni Gaudí el mismo año que hizo la obra de Caldes, el 1878.
Fotografía de Antoni Gaudí el mismo año que hizo la obra de Caldes, el 1878. 
¿Qué hizo Gaudí, según los planos?  Estabilizar el cauce para dar un servicio equitativo a los regantes a base de aumentar el caudal de la mina y lograr un régimen de agua estable que no dependiera del agua de la riera, que con lluvia se desbordaba y con sequía desaparecía. Gaudí propone conectar la mina con el final de otra antigua, construir unos muros o paredones subterráneos de ladrillo hidráulico de 15 centímetros, con el fin de interceptar las corrientes subterráneas y crear una especie de embalses bajo tierra que alimentaban el cauce e impedían que el agua se dispersase. “Una medida poco habitual que demuestra el dominio que tenía el arquitecto”, prosigue Sama que destaca, que su trabajo más allá de hablar de la aplicación de técnicas de extracción y conducción de aguas que en Cataluña eran muy conocidas, “habla de una serie de soluciones totalmente novedosas difíciles de documentar antes de la publicación del libro de Ernest Simon Auscher, L‘Art de decouvrir les sources et de les capter, publicado en 1913”. “Gaudí anticipa y recoge ideas de fuentes artificiales pero siempre le da una vuelta genial a las cosas. Ingenió un sistema muy eficaz pero habría que ver como funcionó ya que la memoria se ha perdido la memoria de todo esto”, prosigue.
Y desde el artículo de Sama, poco más. Laura Mercader transcribió la memoria en su libro Gaudí. Escritos y documentos (Acantilado, 2002) y ahora, el documento original de 1878 se expone en el ACA en la muestra Joyas de la Corona que celebra los 800 años del archivo, con una selección de sus excepcionales documentos, que puede verse en el Palau de los Virreyes hasta octubre de 2019. “Es extraño el poco interés que ha despertado este trabajo porque las cosas de Gaudí son una mina de oro en Cataluña, aunque es un proyecto espectacular porque no hay tantos documentos originales suyos”, explica el investigador autor de una tesis doctoral sobre la arquitectura de la Renaixença en Comillas y un documentado estudio sobre El Capricho, el bello edificio que creó Gaudí en esta localidad cántabra entre 1883 y 1885.
Espectacular P capitular de la primera página del proyecto de Antoni Gaudí de 1878.ampliar foto
Espectacular P capitular de la primera página del proyecto de Antoni Gaudí de 1878. 
Según Sama el problema es que el periodo de juventud del Gaudí es de los menos estudiados del arquitecto. “Los investigadores se han dedicado a estudiar las cosas que están más documentadas o las que son más conocidas. Si se estira del hilo puede aportar mucha información de esta época, pero parece que Gaudí interesa más por sus posibilidades de explotación comercial que no por su interés científico”.
¿Llegó a materializarse el proyecto? Para Sama no hay duda por la documentación complementaria localizada junto a los planos y la memoria. En 1879 aparecen consignados en una hoja resumen de Plegamans de 2.400 reales, más otros 800 a nombre de Guardi (sic) en la liquidación de obras hechas en la represa, mina y acequia del Prat de las Deus, mientras que en la documentación del marqués de Sentmenat se hacen constar, en un recibo de 1879, otros 3.200 reales, en honorarios del arquitecto Guardi (otra vez) y el resto en metálico por los "”/5 que le han correspondido de los gastos de un trozo de mina y encauzamiento de la acequia hasta el Mas Llovet”. En otros documentos se consignan 565 duros con 16 reales de gastos de manutención “del arquitecto” y cuatro jornadas de ayuda al mismo, que debieron corresponder con los trabajos de Gaudí en el terreno para preparar su proyecto. Por último, en un plano de autor desconocido de 1880 aparece la red hidráulica de la zona con la mina de Gaudí incorporada.
Según Sama, la acequia que hoy puede observarse entre la intensa maleza y arbustos que han conquistado la zona concuerda con los planos de Gaudí, pero no hay forma de saber si son de él o posteriores, pero apunta que sí hay “rasgos como el lecho de doble vertiente para facilitar la circulación del agua y la perfección del aparejo del ladrillo”, que pueden vincularse con el trabajo minucioso de Gaudí.
Gráfico con los principales elementos del proyecto de Gaudí: situación de las localidades, trazado del trabajo realizado por Gaudí respecto a la riera de Caldes y límite del término, que muestra como la obra se extiende por los dos municipios.ampliar foto
Gráfico con los principales elementos del proyecto de Gaudí: situación de las localidades, trazado del trabajo realizado por Gaudí respecto a la riera de Caldes y límite del término, que muestra como la obra se extiende por los dos municipios. 
A este arquitecto se le asocia con edificios imponentes que capitalizan la atención de todos por su singularidad, pero también está relacionado con un buen número de obras vinculadas con el agua. Siendo estudiante colaboró con José Fontseré en la realización de la cascada del parque de la Ciutadella. Gaudí tuvo de profesor en la facultad a Leandre Serralach, arquitecto municipal que hizo varios proyectos de hidráulica para Barcelona. Dos de los proyectos de estudiante universitario de Gaudí son una fuente monumental para la plaza de Catalunya y un embarcadero. Para Eusebi Güell trabajó en 1896 en un proyecto fallido de traída de aguas a Barcelona desde una mina que brotaba cerca del mar en el Garraf, otro proyecto de Gaudí estudiado por Gueilburt. Hace menos de un mes el Museo del Agua de Cornellà inauguró la reconstrucción a escala uno uno de la monumental cascada de la Casa Vicens que creó en 1885 y que estuvo en pie hasta 1945 cuando se derribó por la presión y la especulación urbanística.
“Lo que sorprende, es la madurez que demuestra en esta especialidad pese a que acaba de salir de la carrera”, prosigue Sama. Tanta, que se le adjudicó la obra pese a que el proyecto había sido encargado antes a un maestro de obras, según comprobó este investigador en la documentación.
“Además de la importancia de documentar un momento de Gaudí, su proyecto sirve para darnos cuenta cómo va acumulando experiencia”, explica Gueilburt. Se refiere a que el arquitecto utilizó el mismo sistema de captación de aguas de lluvia para poder alimentar la famosa fuente de la salamandra del Parc Güell que está a los pies de la sala hipóstila. “Anticipa los conocimientos de la fontanería que luego utilizó en el teatro griego del parque que le permitió recoger el agua, además de documentar esta primera época de juventud. Lo hizo en el Parc Güell porque antes lo había hecho en Caldes”, remarca. 
¿Y qué dicen en Caldes y Plegamans? En la primera localidad cuentan con un centro que pone en valor el patrimonio local: Thermalia (que incluye unas termas romanas y un centro de arte con obras de Manolo Hugué y Picasso) que dirige Anna Monleón. La técnica en patrimonio asegura ser consciente de la existencia de la obra pero también de las dificultades de darla a conocer. “Es un tema que sale de vez en cuando, pero nunca se ha hecho nada. Es una obra que queda lejos del casco urbano y en terrenos de diferentes propietarios, no municipales, algo que dificulta cualquier intervención. Tenemos mucho patrimonio que gestionar y pocos recursos. Y el hecho de que esté a caballo de dos municipios lo complica todo más”. Es lo mismo que asegura Isidre Pineda, primer teniente de alcalde del ayuntamiento, que explica cómo se ha recuperado y hecho transitable la parte urbana de la Riera de Caldes, pero no se ha actuado en la que queda alejada del núcleo urbano donde está la obra de Gaudí. “Es interesante y un valor añadido para Caldes que se sepa que hay una obra de Gaudí, pero bajo tierra está bien conservada y excavarla para conocerla solo sería posible con algún tipo de convenio con la propiedad. Aquí tenemos muchos tesoros”, concluye.
Firma de Gaudí a la memoria del proyecto.ampliar foto
Firma de Gaudí a la memoria del proyecto. 
Por su parte, Miquel Truyols, que fue concejal de patrimonio en el Ayuntamiento de Palau-solità i Plegamans, asegura que los vecinos de su localidad sí son conscientes de la obra. “Hemos crecido poco a poco y hasta los años ochenta estos canales de regadío funcionaban”, explica. La arquitecta Marta Cañadó, nacida en esta localidad, realizó en junio de 2011 una tesina de master para la UPC sobre el Rec Gran de Palau-solità i Plegamans en la que abordaba la organización del territorio en función de la estructura hídrica y el sistema de regadío. “Cuando comencé mi trabajo no sabía que Gaudí hubiera realizado esta obra, ni que se conservaba. Mi idea era reconstruir el trazado del Rec Gran borrado prácticamente por el crecimiento urbanístico”. Para Canadó no hay duda de la singularidad de la solución que plantea Gaudí, que califica de “absolutamente innovadora”.
La arqueóloga Carme Miró, responsable del plan Barcino y especialista en el uso del agua en el mundo romano es contundente: “Tener un Gaudí es un tesoro y hoy en día con las nuevas tecnologías todo es posible”. Y añade, “en Barcelona el acueducto romano lo explicamos sin poderlo ver; lo que podemos enseñar son tres arcos empotrados en un edificio de una obra de 13 kilómetros que viene desde Montcada. Y a la gente le encanta”, remacha.
Gueilburt, que no se cansa de pedir la creación de una fundación que vele por los intereses de Gaudí, como ocurre con Miró, Tàpies y Dalí, reivindica la inclusión de esta obra en la bibliografía gaudiniana. “No es posible que siendo una obra tan bien documentada de la que se conozcan los planos, las facturas, la documentación y que está localizada y que no se tenga en cuenta, mientras que otras, que son mera especulación, como el rascacielos para Nueva York que inventó Joan Matamala figure en un montón de libros y publicaciones”. Y prosigue: “ya sé que es una obra enterrada, pero eso es un problema para los turistas y la venta mediática, pero no para el mundo de la cultura y lo que es la obra de un artista de un nivel de Leonardo Da Vinci. Nadie despreciaría los dibujos y maquetas de Leonardo. No entiendo por qué con Gaudí sí hay un menosprecio a esta obra porque no se puede rentabilizar. Sería diferente si se tratara de una construcción, de una vivienda. Y no exagero con la comparación. En la memoria que hizo Gaudí calcula incluso la cantidad de agua que bebe un árbol en verano y en inverno. Era un ecologista preocupado por la sostenibilidad”, concluye el experto empeñado en que esta obra de Gaudí sea reconocida, aunque sea a partir de una pequeña publicación.

PROYECTE NÚMERO 30... DE 10.000

El tesoro enterrado de Gaudí
El proyecto de Gaudí de 1878 aparece con la inscripción ‘construcción nº30’. “Conociendo lo metódico que era no había duda de que se trataba de su trabajo número 30, pero no salen los números, salvo que incluyera los trabajos que hizo de estudiante y sus colaboraciones con otros arquitectos y maestros de obras como Fontseré en el parque de la Ciutadella y Villar, en la basílica de Montserrat”, explica Gueilburt que enumera entre las obras que se le atribuyen: la restauración del monasterio de Poblet, la Cooperativa Mataronense (donde hizo el casino, la fábrica o las viviendas de los trabajadores), las farolas de la plazas Real y Palau, un proyecto para un monumento funerario a Clavé, del que no se sabe nada, un quiosco doble —urinario público y tiendas de flores— para las Ramblas, la reforma del cimborrio de la catedral de Barcelona, las vitrinas de una farmacia, el expositor de la guantería Comella de la exposición de París, muebles para el palacio de Comillas y poco más. “Pero no creo que vaya de farol. Y si puso 30, es que consideraba que eran estas las obras que había hecho hasta 1878. Era a muy metódico” .
Pero el valor del trabajo para Caldes y Plegamans es mayor. En las copias de 1979 estampilla la numeración ‘Construcción 00030’. “Era tan ambicioso que pensaba que iba a hacer 10.000 obras. Tengo inventariadas 93 obras. Son muchas, pero nada parecido a las que él se marcó", remacha.

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